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Bailan el pogo del payaso asesino

Art the Clown regresa a la pantalla de la mano de su creador, Damien Leone, en Terrifier 3: Payaso siniestro, la tercera entrega de una saga llena de vísceras e imágenes perturbadoras que, poco a poco, se consolida a la par de las grandes franquicias del género de horror.

 

Al tiempo que Joker: folie à deux se derrumbaba en la taquilla norteamericana –bajo el rechazo casi unánime de crítica y público–, otra secuela encabezada por un payaso se elevaba a lo más alto: Terrifier 3, otro capítulo de la exitosa franquicia de terror comandada por Damien Leone. De escala mucho más humilde que la superproducción con Joaquin Phoenix y Lady Gaga, Terrifier 3 tiene un elemento fundamental a su favor: Art the Clown, interpretado por David Howard Thornton.

Art es un antagonista temible que -a diferencia del desteñido Joker de Phoenix- le ofrece a su público exactamente lo que busca: una galería de muertes de perversa creatividad, dignas del más grotesco grand guignol. Las Terrifier acumulan tripas, mutilaciones y sangre, pero su secreto reside en su perverso sentido del humor: por momentos, las extensas secuencias de asesinatos parecen un cartoon de acción en vivo, donde todo se tiñe de bermellón mientras el payaso exhibe morisquetas y disfraces.

Art no es cualquier payaso: es un mimo, y en su mutismo confluyen su aspecto más divertido y, también, el más perturbador. Se lo puede pensar como una síntesis de las principales corrientes del slasher: la inescrutabilidad de Michael Myers y el histrionismo de Freddy Krueger; la brutalidad de Jason Vorhees y el sadismo de Chucky. 

A tono con los tiempos, los orígenes de Art se pueden rastrear en YouTube: puntualmente en The 9th Circle (2008) y Terrifier (2011), cortos dirigidos por su creador Damien Leone que andaban circulando por esos lares. Un productor avezado vio el potencial y le ofreció dirigir la primera entrega del payaso siniestro. El resto es historia y su influencia puede rastrearse en la memorabilia, figuras de acción y cosplays que, poco a poco, arriman a Art al panteón de los grandes villanos del género. 

Terrifier no solo tiene la particularidad de haberse convertido en una de las nuevas sagas realmente exitosas dentro del subgénero slasher; también es el extraño caso de un creador que retiene los derechos de su creación. Pese a las ofertas de resignar derechos o bajar el tono hiperviolento de la saga, hasta el momento Leone continúa al frente de la dirección, quizás resignando mayores presupuestos pero asegurándose los beneficios de un éxito que crece de manera exponencial.

El control absoluto de su creación le permite a Leone explorar territorios más cercanos al fantástico, incluso a la fantasía pura y dura. De a poco, la saga va encarnando en Sienna (Lauren LaVera) la heroína definitiva, elevando la simbiosis entre serial killer y scream queen a un conflicto de proporciones bíblicas entre ángeles y demonios. La total ausencia de cinismo con la que Leone abraza estos elementos es encantadora y particularmente llamativa en una saga que se destaca por la crueldad de sus imágenes.

Volviendo al contraste entre la última Joker y esta Terrifier, quizás en el derrumbe de una y el éxito de la otra se cifre algo del espíritu de época: una menor voluntad psicoanalítica y una búsqueda más ávida de estímulos primarios; el deseo de entender el mundo en términos más binarios, en detrimento de las gamas de gris; villanos que abrazan su maldad, en lugar de antihéroes que se la cuestionan. Qué dice eso de nuestros tiempos, difícil juzgarlo desde el presente; lo cierto es que Art llegó a la gran pantalla para quedarse. Nos vemos en el pogo del payaso asesino.