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Vendrá el peligro y tendrá tus ojos

Jurassic World: Renace de Gareth Edwards es una película que busca mantener la identidad de una de las franquicias más importantes del último tiempo. Lo logra con la insistencia en dos virtudes: el deseo de aventura y el encuentro con la constante puesta en peligro de la supervivencia.

 

Si la franquicia de Jurassic Park (1993), dirigida por Steven Spielberg y considerada de forma unánime como la mejor de la saga, comenzó con los peligros inmensos de traer el pasado al presente, o de no poder aceptar que el pasado quede enterrado definitivamente en el pasado, la nueva entrega se ocupa de considerar lo que sucede cuando la ciencia intenta controlar algo de lo que sucederá en el futuro. Si desde hace un tiempo la longevidad aparece como una preocupación de la población en general, sobre todo de los millonarios (para más información, ver el documental No te mueras de Chris Smith ), lo que sería la contracara fitness de la emergencia ecológica que padece el planeta, Jurassic World: Renace de Gareth Edwards es una película que tiene como inicio del conflicto a una búsqueda que predispone a la aventura: conseguir sangre de dinosaurios vivos de distintas especies (terrestres, marinas, aéreas) para que una empresa farmacéutica (en la piel del actor Rupert Friend) produzca un medicamento que extiende la vida. Negocio millonario con riesgos inminentes. ¿Quién se carga al hombro semejante trabajo? Un contrapunto entre salvajes y científicos, por supuesto. Una mercenaria, Zora Bennett, interpretada por Scarlett Johansson, con su equipo (entre los que se encuentra el carismático Mahershala Ali a la cabeza) y un paleontólogo (Henry Loomis, a cargo del actor Jonathan Bailey) son quienes van a una isla del trópico a realizar el encargo.

Pero en aguas cercanas se encuentra una familia fragmentada: papá separado (Manuel García-Rulfo), sus dos hijas y el novio insoportable (aunque tiene buen corazón) de una de ellas. A punto de perder la vida son rescatados por el equipo que va a la isla a buscar la sangre de dinosaurio y entre estos dos grupos humanos se cuenta esta película. Donde el mayor desafío es, claro que sí, la supervivencia.

En términos de experiencia cinematográfica, la película es todo lo que prometen el tráiler y los posters callejeros: un grupo humano tratando de no morir devorados por animales grandísimos en un lugar inhóspito. Hay, a lo largo de las dos horas que dura la película y casi no se sienten, resquicios para que emerja cierta emotividad (papá separado acercándose a yerno molesto, mercenaria coqueteando con científico, hija menor encariñándose con un dinosaurio bebé que parece inofensivo, en fin), pero el mayor foco está puesto en la acción y en la forma en la que este grupo humano puede escapar, siempre a un milímetro de perder la vida de la peor forma, de los peligros que acarrean una cantidad incalculable de dinosaurios mutantes. Es una película que va al hueso y esa es la forma que encontraron de mantener la identidad de la franquicia. Si se va a buscar eso a la sala, entonces es lo que se va a encontrar. Cumple lo que promete. No es poco en estos tiempos.