Un mundo de fantasía

Con El mensaje, galardonada en Berlín, Iván Fund vuelve a hacer magia: convierte lo cotidiano en un cuento y lo infantil en una vía directa a lo maravilloso.
El cine de Iván Fund es alucinante. En el sentido más cabal del término. Es un cine que produce alucinaciones, que tiene como efecto el asombro y la fantasía. Empieza con una narrativa de apariencia normal, prácticamente naturalista, para luego envolver lo cotidiano en un halo de magia. De repente una ciudad perdida en la pampa argentina se convierte en el escenario de un cuento fantástico como el que se les cuenta a los niños antes de dormir. De alguna manera, lo que hace Fund es retrotraernos a la infancia, a ese espacio en apariencia ilimitado donde todo puede suceder.
La última película del director santafesino se llama El mensaje y fue galardonada con el Oso de plata en la Berlinale de este año. Relata la historia de una niña de unos diez años llamada Anika que tiene el don de comunicarse con los animales, tanto vivos como muertos. Junto a sus dos tutores, interpretados por Marcelo Subiotto y Mara Bestelli, viajan por la provincia de Entre Ríos buscando pueblitos donde ofrecer los servicios telepáticos de la niña. El recorrido es una sucesión de entrevistas con animales que van sugiriendo una variedad de historias enigmáticas, sin resolución alguna, sin conflicto aparente. Los tres son como una familia de gitanos que se desplazan sin norte ayudando a dueños de mascotas o al menos simulando que lo hacen.
Al igual que en sus dos anteriores películas, Vendrán lluvias suaves (2018) y Piedra noche (2021), el director vuelve a establecer una relación directa entre las infancias y lo fantástico en su obra. Como si fuese un cuento de los hermanos Grimm con personajes salidos de las pinturas de Margaret Keane, Fund logra el equilibrio perfecto entre lo mundano y lo especial. Encara con delicadeza ese instante único en el que lo maravilloso entra en escena, el momento en el que aparece el Conejo Blanco de Alicia y todo el mundo que conocíamos, que creíamos que era normal, deja de existir o pasa a ser otro.
Dentro de la larga lista de road movies argentinas, El mensaje se gana un lugar esencial. No solo por la vuelta de rosca que le da lo maravilloso al relato, sino también por el nivel de ternura que se maneja entre los personajes. La conexión entre estos seres a la intemperie es la de una familia ensamblada que busca enfrentar la adversidad, la de un clan de perros callejeros que deambulan por las calles de un barrio buscando un hueso para comer, una caricia al pasar.
Si el género que pervive en estos tiempos es el de la ciencia ficción –ya que las distopías de antaño parecen estar a la vuelta de la esquina–, al menos sumémosle un poco de amor, algo de empatía. Eso es lo que parece decir Iván Fund con su última película. En tiempos de grandes monstruos, necesitamos pequeñas heroínas.