La aventura de la amistad

Una película de Minecraft apuesta al humor, la acción y la nostalgia ochentosa para contar una aventura donde la creatividad es la clave para sobrevivir en un mundo con sus propias reglas.
La vida real es un problema. Y el paso del tiempo también. Frente a estos dos inconvenientes, por llamarlos de algún modo, se encuentra el personaje Garrett “El Hombre de la Basura” Garrison (un Jason Momoa con oficio). Es alguien que en su momento fue un campeón del videojuego Arcade y que perdió toda la gloria para enfrentarse con lo que llega después de que la marea del éxito baja su espuma: la soledad y la precariedad económica. Ahora solo tiene un local con memorabilia de los 80 que está a punto de cerrar si no paga las cuentas y se pone al día con las deudas. En su camino se cruza un jovencito Henry muy creativo (Sebastian Hansen) que junto a su hermana mayor Natalie (Emma Myers) perdieron todo y están buscando empezar otra vez y son los nuevos del barrio. En el local de Garret aparece un cubo azul que será la puerta de entrada al universo Minecraft, donde ya se encuentra Steve (un Jack Black algo contenido). A este equipo involuntario, de casualidad, se suma Dawn (Danielle Brooks). Y entre ellos buscarán vencer a los zombies y piglins para volver a la tierra conocida.
El dato que se maneja por todos lados es el siguiente: Minecraft, lanzado en el 2011, es al día de hoy el videojuego más vendido de todos los tiempos. ¿Esto qué significa? Que este fenómeno cultural de orden planetario, un videojuego que se propuso –y aparentemente lo logró– poner a prueba la capacidad creativa y de inmersión de sus jugadores, encontró en este universo una posibilidad de encantamiento visual y de espíritu aventurero. Esto representa un terreno siempre atractivo para las obras cinematográficas que deciden hacer una adaptación de ese universo que parece infinito al formato acotado de la película. Desde Super Mario Bros hasta Sonic, videojuegos que, por supuesto, marcaron a generaciones, encontraron la expansión de su universo en las salas de cine y les fue bien en la taquilla. Ahora bien, ¿quién ayuda a quién? El terreno gamer en estos momentos mueve las subjetividades de gran parte de la juventud, lo que se traduce en recaudaciones siderales, y entonces el cine busca esas historias para seguir sosteniendo su industria, para seguir adelante. Es una alianza, en muchos sentidos, esperada y esperable donde los que juzgan en última instancia son los fanáticos que viven por y para ese mundo. Así llegamos a esta adaptación de Minecraft en un momento que se percibe como bisagra, tanto para el cine como para el mundo de los videojuegos.
Una película de Minecraft es un entretenimiento para todo público en el que siempre se recurre al humor y la acción para reforzar la idea de que lo que importa, para que se resuelvan los conflictos que plantean estas peripecias en este mundo con sus propias reglas, es lo que se hace y no tanto lo que se piensa: es una zona donde se toman decisiones y se aceptan los riesgos de esas decisiones. Con un soundtrack que recurre a ciertos éxitos de los ochenta (con el pop y hair metal como puntas de lanza), y con además varios momentos musicales, Una película de Minecraft quiere recordarnos que la creatividad, lo dicen explícitamente los personajes, sigue siendo el motor y el combustible que hace las cosas posibles.