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Cosa e’ mandinga

Alexandre Aja, director de Alta tensión e Infierno en la tormenta, vuelve con No te sueltes, una película donde prioriza la ambientación siniestra y psicológica por sobre el gore.

 

Halle Berry interpreta a una madre sin nombre que vive con sus hijos Nolan y Samuel en medio del bosque en una cabaña de madera. Convencidos de que afuera existe El Mal, solo se aventuran fuera de la casa atados fuertemente a una soga que está unida a los cimientos de la casa. Los niños están instruidos para JAMÁS soltarse de la soga, bajo ninguna circunstancia. O el Mal podría atraparlos, consumirlos, poseerlos, al igual que, como les hace creer Halle Berry, ocurrió en el resto del mundo fuera del bosque en el que viven y con la familia que ella misma tuvo que ocuparse de matar.

Ahora el mundo son ellos y el bosque, les dice la madre. Lo único que sobrevive del mundo anterior son fotos antiguas tomadas con una Polaroid, que los hijos desconocen como objetos, tal es su desconexión con la civilización moderna.

Halle Berry es la única que puede ver a este Mal, que cambia de piel como una serpiente y adopta distintas formas para influenciar la mente del que la ve, como un reflejo de los propios demonios internos. Halle Berry ve a su madre muerta, a su ex-marido, y tiene una fe casi fanática en que su único método de supervivencia es la madera sagrada de la casa que los alberga y las sogas que les permiten recorrer el bosque, junto a un perro que hace las veces de explorador al no correr riesgo de posesión.

Frente a las circunstancias de un invierno desolador que los deja sin provisiones, los niños enfrentan una situación cada vez más dura, abandonando su dieta de animales y frutos del bosque por corteza de árbol, y Nolan empieza a cuestionar la vida que su madre les hace vivir. Samuel en cambio, permanece creyente.

El Mal, una madre, una historia mínima de hijos enfrentados en una sola locación. De alguna forma, Aja continúa la tendencia de reducir espacios y personajes de sus películas inmediatamente anteriores a esta, que confinaban a sus protagonistas en espacios mínimos confrontados con horrores difíciles de evadir.

Alexandre Aja es un director de terror también conocido por hacer películas muy violentas, desde su slasher Alta tensión del 2003, una película inaugural del extremismo francés del siglo XXI, a su remake de Las colinas tienen ojos de Wes Craven y la satírica Piranha 3D. En todas hay un grado importante de gore y brutalidad física que forma parte del horror que atraviesan los personajes y del que el espectador es testigo.

Aquí en cambio, Aja induce al espectador a un estado de ansiedad constante mediante el manejo del espacio (algo para lo que siempre tuvo talento además de la violencia extrema) y el suspenso, con una cámara que merodea siempre amenazante, además de simbolismos sin respuestas claras.

¿Es la película una metáfora del aislacionismo pandémico? ¿Una crítica al fanatismo religioso extremo? ¿La historia de una madre descendiendo lentamente a la locura arrastrando a sus hijos en el proceso? ¿Una alegoría bíblica en la que una familia se enfrenta literalmente al Diablo? El director no da respuestas concretas, y llenar los huecos narrativos es parte de la gracia esta vez.

No te sueltes no está ajena a algunos de los trucos narrativos de algunas de sus películas anteriores, en forma de vueltas de tuerca que terminan de aclarar (o confundir) más las cosas.

Acaso cuando la película gana en intensidad para resolver la ambigüedad de los dos primeros actos, los simbolismos pierden sutileza, como también la puesta en escena, que opta por un final bastante infernal en varios sentidos. Queda en los espectadores decidir si para esta altura ya han soltado la mano, como el hijo dudoso, o permanecen aferrados a la propuesta sin soltarla, para no dejar de sorprenderse hasta el último minuto. Con un director como Alexandre Aja siempre vale la pena, aunque sea para conocerlo y revisar una filmografía llena de sustos brutales.